Escuchar a la sociedad, pero también a la militancia

Escuchar a la sociedad es fundamental para que una fuerza política como es el PSOE, mantenga vivo el contacto con la realidad cotidiana y, además, mantenga el pulso de la actualidad y las demandas de la gente. Es algo que debería formar parte de la actividad habitual de un partido político, que lógicamente se resiente cuando esto no es así, o incluso, cuando siendo así, esa escucha no se traduce en actitudes y comportamientos acordes a lo escuchado. Se escucha no sólo para tomar nota, sino para mejorar, corregir y modificar la forma de hacer.

Pero quizá sea más importante para el PSOE disponerse a escuchar activa y respetuosamente lo que expresa su militancia. Lo que demanda, propone y comparte la militancia socialista, a la que habitualmente se le solicita que esté en contacto con su entorno, que ponga oídos a lo que piensa y dice la gente que la rodea. En definitiva, esa cada vez más desmotivada militancia, que permanece alerta a cómo se mueve la sociedad de la que forma parte y traslada, en la medida de lo posible, ese sentir y ese latir, a las diversas instancias responsables de todos los niveles orgánicos del PSOE. Esa es la esencia del papel militante, y esa es la verdadera fortaleza de una organización política en la actualidad. No basta con decirlo, hay que practicarlo, ejercerlo y compartirlo con orgullo.

En ese sentido, cobra especial importancia en este momento «congresual», esa escucha activa hacia lo que la militancia socialista piensa y propone sobre el futuro del PSOE, sus propuestas, sus estrategias y sus programas. Siempre es eso importante, pero en los procesos congresuales (o procesos internos) es imprescindible. Lo contrario es abrir una brecha entre una dirigencia, a veces ausente del verdadero sentir militante, y una militancia a la que cuesta encontrar sentido a su tarea. Para evitar esa brecha, nada mejor que plantear, someramente, algunas de las cuestiones que la militancia socialista ha planteado, de manera nítida e inequívoca, en el proceso congresual del PSOE de Andalucía. Cuestiones que, indudablemente, habrán de recogerse e introducirse en el programa y la estrategia socialista andaluza, so pena de tergiversar el sentir militante.

Hay que profundizar y recalcar en los valores y principios socialistas y en nuestros aliados para su consecución. Es evidente la vocación mayoritaria del proyecto socialista, pero partiendo de nuestra inequívoca vocación de representar a las clases trabajadoras y medias, a los autónomos, a los desfavorecidos y a quienes más sufren las consecuencias de la crisis. Y hacerlo bajo los valores de libertad, justicia, solidaridad y equidad. Y en Andalucía, reivindicar nuestro compromiso con nuestra tierra y la defensa de unos mejores servicios y prestaciones públicas, en un marco financiero justo y equitativo que modifique algunas disfunciones producidas con el actual sistema de financiación autonómica. En esa línea, cualquier acercamiento programático o parlamentario a fuerzas políticas y sociales contrarias a esos principios irrenunciables, habrá de ser ratificado por la militancia socialista en consulta individual y secreta.

Dando por hecho el fracaso del liberalismo y el predominio indiscutible del mercado a la hora de equilibrar e igualar las oportunidades vitales de la ciudadanía, el socialismo democrático, como proyecto político, sin dejar de procurar mecanismos de mejora, corrección o ayuda de la realidad, no puede olvidar su papel transformador de la sociedad, ni trabajar sólo en la fase redistributiva de la riqueza, sino previamente en la fase predistributiva de esta.

La niciativa privada es necesaria en materia de servicios fundamentales (energía, agua, vivienda, planificación urbana, etc.), pero los poderes públicos han de orientar, planificar y dirigir la acción política, garantizando unos mínimos en las prestaciones, asegurando la equidad en las mismas y nivelando los posibles desequilibrios que se produzcan.

Nadie estará en contra de la modernización de las administraciones públicas, pero nadie ha de olvidar que las garantías (incluso constitucionales) de los servicios públicos han de garantizarse a través del papel político del gobierno, del nivel que sea, de su programa de gobierno y de su indiscutible papel de liderazgo y dirección. Vivimos tiempos en que nuestro compromiso consiste en defender la importancia de lo público, el papel de los gobiernos y su programa de acción y la necesaria coordinación de todas las instancias administrativas.

Esas ideas, junto a otras, las ha escuchado la militancia en la calle, en el centro de trabajo, en la cafetería, en los corrillos de su barrio. Están latentes en los anhelos de la gente que espera del socialismo soluciones a sus problemas. Y la militancia, las ha trasladado, vía enmiendas a la ponencia marco oficial, para que formen parte de las Resoluciones del congreso. Nadie debería sentirse legitimado para no hacerse eco de las mismas.

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